Mel y Eva llevaban tiempo esperando su gran día. La pandemia les obligó a retrasarlo varias veces, pero cuando por fin llegó, ¡vaya si lo celebraron!

Desde el principio, la boda fue pura diversión. Rodeados de su gente, ellos, que son puro desparpajo, contagiaron su alegría a todos. La ceremonia súper emotiva, con miradas cómplices, sonrisas nerviosas, mucho cachondeo y algún que otro lagrimón.

La fiesta, a otro nivel, comenzando con el baile ¿nupcial?, con un ambiente increible, una pasada!!

Mel y Eva no dejaron de reír ni un segundo, disfrutando cada instante con la misma intensidad con la que viven su amor.

Fue un día épico, lleno de amor, risas y mucha marcha. ¡Felicidades, pareja! Que la vida os siga regalando momentos así de increíbles y que nunca os falten razones para seguir bailando juntos.